Cuando considero mi acercamiento a la oración, a mi Poder Superior y a la meditación, en lo que son mis primeras 78 reuniones y 78 días de mi viaje en CoDA, estoy agradecido de que ahora puedo ver las olas de resistencia y los breves momentos de rendición. Esos oscilaban salvajemente al principio y ahora como un péndulo. Parecen estar encontrando un ritmo que, aunque todavía está fuera de balance, tiene una cadencia más regular, que puedo empezar a sentir a diario.
Aún no lo he conseguido, ni mucho menos. Tengo días en los que la ansiedad profundamente obsesiva y compulsiva domina el día, despertándome a las 4 de la mañana, dándole vueltas a pensamientos insanos durante horas hasta que me exaspero y me duele la resistencia indignada de mi mente a rendirme a rutinas verdaderamente sanas y a la intención amorosa de mi Poder Superior.
¿Por qué no puedo soltar? La ironía de la vida es que soltar es exactamente lo que más necesito y lo que más temo. Sé que mi Poder Superior me ama y cuida de mí a diario. De lo contrario, el camino legendario que me ha traído hasta aquí no habría dado tantos giros y vueltas, que siempre fueron meras coincidencias afortunadas hasta que empecé a ver que todos tenían un propósito, en el lugar en donde me encuentro hoy.
Hoy mi práctica de meditación es una bocanada diaria de oxígeno en la que confío. Me estoy moviendo hacia la oración que tiene el mismo significado, pero solo por hoy acepto que la oración sirve como una salida para la desesperación cuando mis pensamientos todavía compulsivos y obsesivos se vuelven abrumadoramente desesperados e inmanejables. Poco a poco estoy aceptando mi impotencia y finalmente -finalmente, finalmente- comienzo a considerar y ver la rendición como una opción- que en realidad implica menos dolor emocional, físico y espiritual. Por ahora, voy a meditar y orar. Con suerte pondré mi cabeza en mi almohada sin traumatizarme por tratar de controlar los resultados, que nunca pude controlar.
Rob M. 07/11/2022
Recent Comments