Soy Carmen, un miembro agradecido de CoDA.
¡Llegué a CoDA desesperada, afligida y aterrorizada! Había tomado la decisión de separarme de mi esposo, con quien estaba casada desde hace 20 años. Tenía 3 hijos, todos menores de edad. Había pensado que esta relación sería para toda la vida, pero no… Estaba abrumada por una relación que había sido dañada por mentiras, deshonestidad, falta de responsabilidad, control y complacencia de mi parte.
Toqué fondo… Fue como tirarme al vacío, con un solo ingreso, deudas en común, una casa que mantener y niños en edad escolar. Sabía que mi marido no se haría responsable, porque hasta ahora su parte había sido una presencia ausente en la relación.
Un día escuché a una persona en un canal de televisión hablando sobre el alcoholismo y un centro de recuperación en mi ciudad. ¡Se encendió una luz! ¡Pensé que esa era una salida al problema! Yo hice una cita. Después de hablar de lo que me trajo al centro, me sorprendió y me decepcionó cuando la persona con la que hablé me ayudó a entender que no podían hacer nada por mi marido si él no reconocía ni aceptaba su problema, pero que yo podía hacer algo para mí, ya que era CODEPENDIENTE. Brevemente, me introdujo en el tema de la codependencia y me invitó a participar en un grupo CoDA en mi ciudad.
Ese fue el mensaje más importante que recibí de mi Poder Superior, aunque en ese momento no lo reconocí como tal. Pero con el programa me he dado cuenta de que todo, absolutamente todo, ha sido dirigido amorosamente por Él. Con avidez, comencé a leer sobre la codependencia, a asistir al grupo CoDA en mi ciudad, a asistir a foros de internet, a conseguir una madrina, a escribir y a compartir. Esa perseverancia y trabajo dieron sus frutos. ¡Ha sido el camino más bonito que he tomado en mi vida, el regalo más preciado! Inicié este viaje de descubrimiento y poco a poco fui reconociendo lo dañada que estaba mi autoestima, mi percepción de la realidad, ¡mi YO!
El programa CoDA me enseñó que el problema era mío, que no podía hacer por los demás lo que ellos no hacen por sí mismos, que la única responsabilidad que tenía era cuidar de mí mismo. Aprendí a reconocer mis sentimientos. Poco a poco me di cuenta de que tenía que reparar mi relación conmigo misma. Tenía un autoconcepto y una relación conmigo mismo terribles. ¡Empecé a recorrer el camino de los Doce Pasos a mi propio ritmo, con esperanza y dedicación! Fui aprendiendo a amarme y aceptarme, incluso mis defectos. También estaba encontrando belleza en mí y lo que podía salvar. Estaba aprendiendo a confiar en mi Poder Superior para sostenerme en todos los momentos de mi vida. Doy infinitas gracias a mi Poder Superior, que para mí es Dios, por haberme guiado a través de esta dolorosa experiencia hasta esta vida.
¡El programa ha sido un hermoso regalo para mí!
Carmen A. 8/30/2023
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