Esta es (imagino) la rara historia de un codependiente anterior al Primer Paso. El tipo de historia que me gustaría ver más. Personas que, como yo, miran la montaña de la recuperación que tienen que escalar y tiemblan de miedo.
Han sido los dos peores meses de mi vida. Y al leer los artículos del Libro Azul y de esta revista, casi me avergüenzo de quejarme de la mía. No crecí maltratado o desatendido en el grado en que muchos lo han experimentado. Sí, mis padres se peleaban mucho y me vi atrapado en medio de sus juegos mentales. Me educaron para ser desconfiado y paranoico. Del mismo modo, no he perdido trabajos, familiares, ni parejas como muchos.
El puntapié de inicio de mi historia fue ser excluido por un grupo de personas con las que jugaba videojuegos. Me obsesioné con recuperar mi sitio, y acabé alejando al resto de mis amigos -muchos de los cuales también eran amigos del primer grupo- que se cansaron de verme lastimar a los demás y a mí mismo.
Esto me llevó a interiorizarme para averiguar qué estaba mal conmigo, y descubrí que la codependencia era la respuesta. Y, mientras escribo esto, yo lucho por mantener mi motivación. Es difícil alejar pensamientos como «para qué molestarse, ahora que todos se fueron». Y cuando veo lo duro que es el camino que me queda por recorrer y lo solo que me siento ahora mismo, el deseo de abandonar y fingir que todo esto ha sido un sueño febril, es muy fuerte. El deseo de culparlos a ellos en lugar de a mí mismo y tratar de seguir adelante a través del poder del odio y el rencor.
Lo cual, afortunadamente, ahora sé que también es la codependencia. Necesito hacer esto porque me quiero, y me debo a mí mismo tener relaciones sanas. El problema es que no me quiero. Todavía no. Los quiero a ellos, aunque me han dicho que no creen que vaya a mejorar y cambiar nunca. Dicen que el grupo no me debe nada por volver a aceptarme, aunque cambie (y, en eso, sé que tienen razón).
No me quiero, pero estoy tratando de aprender. Y creo que puedo. Los primeros tres Pasos flotan en mi cabeza constantemente. Sé que soy impotente, pero no puedo evitar seguir intentando controlar mi vida, con resultados desastrosos. Creo en un Poder Superior, pero tengo miedo de cederle el control por temor a que las cosas no salgan como yo quiero. Pero, de nuevo, las cosas ya no han ido así. Debería darle una oportunidad. Sólo un intento.
Creo que podré llegar ahí pronto. Y si, también miro con miedo el reto que tengo delante, espero ser capaz de llegar ahí pronto también. El viaje no puede empezar hasta que damos el primer paso.
—– Takeshi I. 19/05/2023
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