Aprovecho esta oportunidad no para regurgitar un dolor debilitante, sino para llegar suavemente a una nueva comprensión de los efectos del dolor de mi infancia. Es que me di cuenta de que todavía llevaba ellos conmigo como adulta.
Para trabajar a través de las capas, es muy importante que admita que las experiencias de mi infancia impactaron negativamente en cómo me percibí a mí mismo como adulto. Mi objetivo con esta experiencia era superar el trauma que me había perseguido durante toda mi edad adulta como efecto del dolor que soporté en mi infancia. El trauma hizo que mi yo auténtico se escondiera para poder sobrevivir y afrontarlo. Recuerdo distintos sentimientos cuando era niño de esconderme, metafóricamente. Era muy importante para mí no ser una molestia de ninguna manera. Pero ¿de dónde surgió esta creencia?
Pienso en el principio. Me imagino como un bebé indefenso que dependía de mi madre, que sufría emocionalmente. Yo era uno de seis hijos. Sabía instintivamente a la edad de cuatro años que mi papel en la familia era esconderme y no ser ninguna molestia. Mi madre estaba tan ocupada con mis cinco hermanos que necesitaba que yo estuviera callado y no causara escándalo. Como dice la introducción de Pelando la Cebolla, “llegamos a darnos cuenta de que estábamos preparados para satisfacer sus necesidades”.
Me prepararon para estar callado y no armar un escándalo. Así que me quedé callado…
Mi madre parecía muy insatisfecha con su papel. Su frustración se expresaba a través de insinuaciones regulares acerca de que ella misma no era lo suficientemente buena, donde decía «otra vez te equivocas, Charlie». Pues, ella era Charlie.
Las sutiles insinuaciones me fueron transmitidas.
Ella tenía sentimientos de abandono por parte de su madre. En ocasiones hablaba de esto conmigo cuando yo era mayor. Creo que siguió sintiéndose abandonada como esposa. Se me hace que su amor y abandono no abordados moldearon mis experiencias cuando era niña. Mientras me preparaba para estar en silencio sin hacer ningún escándalo, experimenté sentimientos arraigados de pérdida: pérdida de su amor.
El ciclo de abandono continuó.
Después de años de adicción a las relaciones, finalmente encontré mi camino hacia CoDA. Aquí aprendí poco a poco que, debido a mis experiencias infantiles, la raíz de mi comportamiento codependiente era la ausencia de intimidad conmigo misma. Muy lentamente, me levanté y comencé a perdonarme por no saber lo que no sabía. Encontré una madrina, trabajé durante los primeros catorce días y luego progresé a través de los Pasos de CoDA.
Poco a poco comencé a perdonar a mi madre y, al hacerlo, a perdonarme a mí misma.
Hoy sé que estoy en el lugar correcto en mi recuperación, mientras abordo las experiencias de una manera gentil y amorosa. Mientras vuelvo a mi reunión semanal de CoDA, me levanto de una manera comprensiva y alentadora. Gracias al apoyo de CoDA, me he dado cuenta de los mecanismos para afrontar el dolor infantil.
Hoy tengo el deseo de participar únicamente en relaciones sanas y amorosas.
Debbie R. 06/01/24
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