La tranquilidad que me da tener un amor, una relación, es una pseudo seguridad. ¡No me pertenece!
Como dice mi madrina: “Todo lo que tiene el poder de hacerte feliz, también tiene el poder de hacerte infeliz cuando desaparece”. Creo que así puedo definir la codependencia y mi estado sentimental actual. Por supuesto, tengo que admitir todo lo que falta y llorar después de una ruptura.
Lo malo es vivir la catástrofe que he vivido y además en un bucle en el que no me siento apta, suficiente, reconocida o merecedora de ser amada. En conclusión: mi vida sentimental se acabó, y me veré privada de esa delicadeza de dar y recibir cariño, comprensión y amor recíproco de una pareja, porque mi relación se acabó. Eso lo puedo identificar sólo por hoy.
Esta catástrofe se extiende a todas las relaciones debido a mi relación con la codependencia. No hay otra secretaria, no hay otro contador; mi trabajo se agotará, los recursos se diluirán. Estos pensamientos dan vueltas en mi cabeza y hasta el día de hoy llenan mis días.
Ciertamente, muchas cosas que han pasado han dolido, marcado y dejado cicatriz. ¡Pero hoy sigo viva y en pie!
¿Será que hay un camino que me lleva a recuperar mi fe –en la vida, en mí, en el amor que cada uno posee? Debe ser lo que emociona a la gente, lo que la despierta cada día. Entonces de repente un día me desperté serena, como un pequeño barco atrapado en una tormenta turbulenta y tambaleándose, cada vez más perdido en la oscuridad cada vez más profunda. De repente hirvió y, ¡guau!, emergió de las profundidades hacia un lugar sereno.
Siempre habrá tormentas. Se sabe que el mar tiene lugares misteriosos y mareas altas. ¡¡Pero sí me dejo guiar por un Poder Superior experto!! Sí, el mismo que hizo que el barco volviera a hervir. Con el remo de los Doce Pasos puedo surcar los mares abiertamente con la certeza de sobrevivir mientras pasa la tormenta. Cada tormenta pasa.
Liliana 7/3/2023
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